Los caifanes: la pandilla que sacudió al cine mexicano

La obra maestra del director Juan Ibáñez es también recordada como el debut cinematográfico de Óscar Chávez.

William Turner M.
5 min readApr 25, 2024
Ernesto Gómez Cruz (centro) y Óscar Chávez (derecha).

Este artículo fue publicado originalmente el 5 de mayo de 2020 en el sitio sectorcine.com y actualizado en 2024 para incluir el fallecimiento de Ernesto Gómez Cruz.

El título original de la película Los caifanes era Fuera del mundo, tal como lo fue el éxtio de la película que tuvo entre su elenco a Oscar Chávez como el estilos, y al maestro Ernesto Gómez Cruz, quien interpretó a el azteca.

A Chávez se le quedó el apodo de ‘el caifán mayor’ aunque no era el líder de la pandilla en la película dirigida por Juan Ibáñez. El director escribió el guión junto con Carlos Fuentes para el Concurso de argumentos y guiones cinematográficos de 1966. Obviamente ganaron el certamen, pero tuvieron que declinar el premio para poder producir la cinta.

A los caifanes se les conocía por ser los cábula y gandallas, gente de barrios populares que todo lo pueden y no demuestran miedo. Eran personajes que ‘caen fine’, que caen bien.

A más de 50 años de su estreno, Los caifanes permanece como un registro único de la capital y sus personajes. En 1967 la película “se estrenó con un éxito rotundo de público y crítica”, apunta José Agustín en su libro Tragicomedia mexicana 1. La vida en México de 1940 a 1970.

En la película, Chávez interpreta a el estilos, el caifán galán cuyas armas son su voz y la guitarra. También están el mazacote (Eduardo López Rojas), el azteca (Ernesto Gómez Cruz), y el líder de los caifanes: el capitán gato (Sergio Jiménez). A este grupo se les suman los acaudalados Paloma (Julissa) y Jaime de Landa, el marrascapache (Enrique Álvarez Félix).

Sobre el elenco, José Agustín subraya en su libro que Julissa “demostró también que podía pasar del comercialismo vil a un trabajo más apreciable”.

Las variedades de los caifanes

Al inicio de la película, Jaime y Paloma no imaginan que están a punto de transitar por el inframundo capitalino de la mano de los caifanes. Los vemos conviviendo con sus amistades, que son una especie de beatnicks snobs, que planean ir a El Quid, un centro nocturno que en la vida real fue uno de los más acaudalados y vanguardistas del entonces Distrito Federal, administrado por Ernesto Alonso.

El Quid fue testigo de experimentaciones escénicas de Alfonso Arau y Carlos Monsivaís, y ahí fue en donde crearon la mítica agrupación de Los Tepetatles, una tropicalización de Los Beatles, también acompañados por José Luis Cuevas y Vicente Rojo en el diseño artístico de sus presentaciones.

Sin embargo, los caifanes nos muestran en la película la contraparte popular de El Quid, pero no por ello menos irreverente: el Gemini, un cabaret en decadencia como su habitual clientela. Una especie de centro ceremonial en donde Paloma y Jaime hacen su iniciación a esta pandilla.

Otro ícono citadino que aparece en la cinta es la estatua de la Diana cazadora, ubicada en Paseo de la Reforma. El azteca decide que lo mejor será colocarle algo de ropa que habían robado un poco antes. Pero esta no es la primera vez que a la Diana se le ocultan sus voluptuosos atributos, ya en el sexenio de Manuel Ávila Camacho se le había mandado colocar un absurdo taparrabos, iniciativa de la entonces Primera dama, Soledad Orozco. Así permaneció vestida desde mediados de 1940 hasta poco antes de las Olimpiadas de 1968.

En una taquería de barrio los caifanes hacen su siguiente ‘jalada’: es donde el estilos roba la guitarra de un cantante ciego. Aprovechan la irrupción de un borracho botarguero vestido de Santa Claus, interpretado por el mismísimo Carlos Monsivaís, para salir del local con el instrumento sin ser descubiertos.

Mientras el estilos canta La niña de Guatemala, los caifanes hablan de amor. El azteca entonces nos regala una frase emblemática sobre las mujeres: “nos traen con el agua al cuello. México en una laguna y mi corazón echando clavados”.

La suerte

“En ese tiempo las únicas películas que se hacían en México eran de luchadores o comedias rancheras. Los caifanes se convirtió en una película que rompe un esquema del cine tradicional para abrir una nueva época”, dijo el productor Fernando Pérez Gavilán en una entrevista para Canal Once. “A partir de ese momento se empieza a hacer un nuevo cine totalmente diferente”, añade.

Pero también fue el inicio de la carrera de Óscar Chávez en el cine. Aunque por su formación teatral no le era ajena la actuación. Al caifán mayor, lo pudimos ver nuevamente con Juan Ibáñez en La generala (1971) protagonizada por María Félix.

Su trabajo como el estilos le mereció un Ariel y una Diosa de plata.

También trabajó con los directores Emilio López Muriel, Luis Alcoriza y con el entrañable Jaime Humberto Hermosillo. Con este último grabó María de mi corazón (1979). Su última actuación cinematográfica fue en Piedras verdes (2001) del director Ángel Flores, en la cual también compuso parte de la banda sonora.

Oscar Chávez también se encargó del soundtrack de Los caifanes, por eso no es casualidad que el título original Fuera del mundo, también sea una de las canciones que se incluyen en la banda sonora:

Voy a buscarte

Voy a encontrarte

Voy a llevarte

Fuera del mundo,

fuera del mundo.

Las camas de amor eterno

Armando Vega-Gil, exintegrante de Botellita de Jerez, dijo antes de morir sobre Los caifanes que era una película “surrealista y fellinesca”. El acto titulado Las camas de amor eterno, ocurre dentro de una funeraria, y es quizá el momento cúspide del ambiente onírico e introspectivo de la propuesta de Juan Ibáñez, en donde de fondo se oye El pájaro y el chanate, interpretado por Chávez.

Todos ocupan un ataúd por órdenes del capitán gato. Inesperadamente el azteca declama parte del poema A mis soledades voy, de Lope de Vega, mientras que el mazacote y el estilos eligen las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. En el último verso que recita, el estilos cambia “¿Qué fue de tanto galán?” por “¿Qué fue de tanto caifán”.

Accidentalmente el azteca queda atrapado en su ataúd y en peligro de morir asfixiado, para luego ser rescatado por su pandilla. Como si este acto de resurrección hubiera alargado su vida, Ernesto Gómez Cruz fue el último caifán en morir. Falleció el pasado 6 de abril de 2024.

La muerte también había alcanzado al maestro Óscar Chávez unos años antes, el 30 de abril de 2020, luego de abruptamente ser hospitalizado por tener síntomas de Covid-19. Y otra vez nos preguntamos, ¿qué fue de tanto caifán? Solo el estilos y el azteca lo sabrán.

--

--

William Turner M.

journalipster. exatec. gestor de #SocialMedia. profesional del cafecito social. #dualidadmágica. like a complete unknown, like a rolling stone.